viernes, 20 de octubre de 2017

UN CUERPO QUE NO ES SANTIAGO MALDONADO

Autor de la imagen: Miguel Rep / Tw: @miguelrep

¿Cómo hacer que todo un país reflexione? ¿Qué tiene que pasar para que la ciudadanía recapacite? No estamos en igualdad de valores éticos ni morales. Es urgente que tomemos conciencia, sin ella no habrá ese respeto pretendido.

Se viven días difíciles, violentos, llenos de odio. Se respira en las calles, proliferan opiniones desinteresadas que se leen en redes sociales. Los hechos acontecidos en las últimas horas no hacen otra cosa que desnudar, una vez más, las peores miserias humanas. Que de humanas tienen poco.

Duele. Mucho. Duele más que el dolor mismo. Duele ver, leer y escuchar ciertas cosas. Y duele más, cuando se trata de gente que supuestamente se preparó para comunicar.



Cuando son personas que por su obrar deshonesto, irrespetuoso, arrogante, se olvidan justamente de esa esencia, que se trata de PERSONAS. Santiago Maldonado ES una persona, un joven argentino de 28 años que podría haber elegido jugar a la PlayStation, tomar cerveza y mirar una película en Netflix, publicar una foto graciosa en Instagram o lo que sea. Sin embargo no hizo nada de eso. Santiago TOMÓ UNA DECISIÓN POLÍTICA. Salió de todo eso. Dejó ese mundo superficial que a muchos les parece “lo normal”, lo cotidiano y lo más "lógico", cuando en verdad sumergirse en la banalidad constante de las distracciones que el mundo nos refriega por la cara, es nada más y nada menos que hundirse en el INDIVIDUALISMO. Santiago vio la necesidad de OTROS. Y salió a defenderla. Pudo conocer al otro. Y peleó, luchó. Con sus herramientas, brindó su apoyo. Por una causa que él consideró justa, contra algo que consideró atropello.
 


Lo que siguió, todos lo sabemos: DESAPARECIÓ. Desapareció frente al par de agentes de Gendarmería Nacional que estaba reprimiendo esa protesta. Todo este combo, yendo al grano, es un hecho POLÍTICO. (Para que quede claro: Ir a una marcha es una decisión política. No ir a una marcha, también es una decisión política)

En un principio nos preguntábamos con una mano en el corazón, apelando a la franqueza, a quién le importaba realmente la aparición de Santiago Maldonado. En ese momento fue difícil lograr una respuesta sincera. A la desaparición de una persona, a la búsqueda de su paradero, le atribuimos otros aspectos. Desviando el foco, apartando la mirada. Eso motivaba la pregunta: ¿Nos importa realmente Maldonado? ¿O será que nos valemos del tema para excusarnos de nuestro veneno verbal contenido? O mejor dicho, veneno literal vomitado.
(El artículo "¿A quién le importa Santiago Maldonado?" buscaba reflejar esa idea: leer aquí )

En tiempos de llamativo egoísmo, donde la única “verdad” que aceptamos es la que nuestros ojos vendados ven, las discusiones pasan por los carriles de la descalificación. Juzgamos, criticamos, opinamos abiertamente sentados en el reconfortante sillón de nuestro hogar, frente al amplio Smart TV 40 pulgadas escuchando a “X” periodista que seguimos casi devotamente, mientras éste dispara dardos de soberbia desde su ignorancia vestida de saco y corbata. Vamos al almacén, viajamos en colectivo, comentamos en nuestro trabajo, que tal o cual político es mejor o peor que el otro. Leemos un diario, a sabiendas que en ese papel solo estamos viendo un RECORTE de la totalidad. En tiempos donde reina la actitud individualista, el egocentrismo por placer, las malas intenciones, donde un funcionario público o un periodista manifiestan, en su cuenta de Twitter o frente a cámara, disparatadas versiones de su odio al que piensa distinto, ya no rozando los límites del respeto sino sobrepasándolos demasiado.





79 DÍAS DESPUÉS

No fue un cuerpo el que apareció. Fueron más de 40 millones de cuerpos (que habitamos este país) los que emergieron de las frías aguas del Rio Chubut para traslucir una vez más la peor versión. La cara del ODIO fue la que salió a flote. Y como vivimos en la era de predominio de imagen, “compartimos” rápidamente la foto de ese rostro por whatsapp para que todos la vean (ojo, somos tan buenas personas que le advertimos a nuestro grupo de contactos que estamos en contra del morbo) Eso no es compartir, eso es contagiar y propagar malicia. Compartir sería el abrazo a ese familiar que llora por un hermano desaparecido. Compartir sería darle una palmada en la espalda a ese compañero que levanta la bandera gritando “¡Justicia!”.

Pero nos llegó la foto de un cuerpo, desnudo, morbosa postura, la de no pensar en nuestros seres queridos. Ni siquiera hicimos el ejercicio de imaginar que ese cuerpo sea el de un familiar padre/madre/hijo/hija para ver que se podría sentir. Ese cuerpo no es el de Santiago. Esos cuerpos que salen a flote, somos todos. Una vez más, dando pena.

Y fallamos...Otra vez. Volvemos a fallar. Como ciudadanos. Como seres humanos. Como personas. Como estudiantes. Como trabajadores. Como periodistas.





Las palabras de Germán Maldonado para la clase política:

"A todos ustedes, zánganos del Estado y parásitos del proletariado, que primero y principal, la familia Maldonado no milita en ningún partido político y, segundo, el tema es político desde su inicio, desde el momento en que Gendarmería se lleva a mi hermano, ya que esta institución está supeditada al Gobierno, a ustedes, que son los políticos de turno y principales responsables de la desaparición de mi hermano". "Manga de mentirosos, infames políticos de cuarta, que lo único que hacen es desacreditar a toda la gente que apoya y pide una respuesta de su humanidad. Ustedes son los responsables, cara de piedra, háganse cargo y dejen de tirar el fardo a los demás".


En medio del dolor, una declaración de Sergio Maldonado dirigida a muchos. Para empezar a reflexionar, de verdad:




SI ALGÚN DÍA DESAPAREZCO (Por Giselle Aronson)

Si algún día desaparezco. 
Sé quien me buscaría y quien no. 
Sé quien se burlaría de mi, de mi familia y quien no. 
Sé quien me juzgaría (sin saber lo que me paso) y quien no. 
Sé quien me compararía con otros desaparecidos, con el afán de dejarme en el placard junto con ellos, olvidándome junto con ellos. 
Hasta que vuelva a suceder otro echo similar y vuelvan a nombrarlos. (Del placard vuelvan a sacarnos) y ahí si, si tengo la suerte, apareceré en sus bocas, de entrada. 
Si algún día desaparezco por favor te pido. 
Que no politices ni tu humanidad, ni tu conciencia. 
Que no vendas tu sensibilidad por "dos pesos", ni mi existencia. 
Que no vendes tus ojos. 
Ni dejes que te los venden. 
Que no olvides que soy un ser humano, igual que vos. 
Si algún día desaparezco. 
Por favor búscame, por favor pedí por mi. 
Desde donde sea, y como puedas (yo también lo haría por ti).


Un cuerpo nos pide y exige algo a TODOS: Vivir en la armonía del respeto, la humanidad y buenas costumbres. No es Santiago Maldonado. Somos nosotros, víctimas y victimarios. Es un Estado ausente, con algunos gritos de denuncia y otras voces cómplices silenciadas. Somos cuerpos, algunos en movimiento constante, otros en una quietud preocupante, como avalando atropellos de los "poderosos". Somos cuerpos fanáticos, ciegos, torpes y necios. Somos cuerpos sin alma.

Ese cuerpo, que tanto lastimamos, es de todos. 
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