domingo, 20 de octubre de 2019

MACHU PICCHU: ESTAR CERCA DE LAS NUBES

La montaña Machu Picchu tiene 3061,28 metros de altura. Desde lo alto, en ese mirador, se pueden observar las ruinas en su totalidad y la montaña Huayna Picchu, de menor altura pero más complicada la subida.




Recuerdo haber subido hasta la cima en 46 minutos. La cercanía que sentí con las nubes fue algo mágico, me rodeaban y su color blanco de pureza me hacían sentir tan humanamente diminuto, que pude comprender lo que somos. Apenas una parte ínfima de la inmensidad llamada NATURALEZA.


LAS RUINAS DE MACHU PICCHU


La “Ciudad perdida de los Incas”, no sólo son el símbolo más conocido del Perú, sino uno de los vestigios arqueológicos más importantes del mundo. Su magnífica ubicación, la majestuosidad de sus construcciones y el notable halo de misterio que envuelve al enclave, atraen cada año a miles de personas.




A Machu Picchu se la conoce como “Ciudad perdida” porque nunca fue saqueada por los españoles, ya que no lograron encontrarla, quedó abandonada a la naturaleza. La Ciudadela que aparece envuelta en la niebla, está construida con roca a una altitud de 2350 metros, en la cresta de una montaña flanqueada por abruptas caídas hacia el Valle de Urubamba. La mampostería Inca ha soportado el paso del tiempo, su excelente estado de conservación sigue sorprendiendo a propios y extraños. En la Plaza, junto a los principales templos, la altura exacta es de 2490,51 metros. Todas las ruinas en sí, ocupan una extensión de poco más de 5km.



Su incomparable marco natural es denominado geográficamente como “ceja de selva” por su exuberante vegetación. Al sur, limitando la montaña Machu Picchu de 3061 metros, de la que toman nombre sus ruinas; por el note con Huayna Picchu, que significa “montaña joven” y Uña Picchu, “montaña bebé”; por el este con la montaña Putucusi (“media naranja”); y al oeste con la cumbre de San Miguel.


Vean un breve resumen:


          



Increíble, ¿No?




#relatosdeviajes

Compartir:

lunes, 7 de octubre de 2019

MACRI EN MODO BOCA: "LO DAMOS VUELTA"

Cuando el panorama se presenta adverso, el autoconvencimiento debe asumir un rol protagónico en los discursos. Hoy, en el inicio de octubre del 2019, el Gobierno actual tiene que demostrar algo: La hazaña de DAR VUELTA un resultado que, a priori, resulta difícil. Mauricio Macri está perdiendo la serie. Como Boca Juniors frente a River, sí. Una vez más, el fútbol y la política pueden ser tema de charla en la mesa de cualquier ciudadano argentino. Pero cuidado, ni Mauricio es Boca, ni Cristina es River. Ni mucho menos, Argentina es la Copa Libertadores.




El Presidente de la Nación Argentina llegó al cargo en 2015 por haber logrado el título de Campeón Intercontinental con el Club Atlético Boca Juniors, al vencer a un "galáctico" Real Madrid en el año 2000. Él mismo, en sus campañas electorales, se esgrimía orgulloso de su mandato al frente de uno de los clubes de fútbol más poderosos del país (el otro, casualmente, es River Plate). Convenció a sus votantes que en Argentina podía hacer lo mismo que en su amado Boca. Se encargó de hacer creer a hombres y mujeres que hablar de política es lo mismo que hablar de fútbol. Banalizó muchas situaciones, ironizó y hasta se dio el lujo de "burlarse" de otros líderes mundiales por el solo hecho de ser españoles (como así también a los alemanes, rusos, brasileros, etc). Comparó en varias ocasiones la gestión de un club con la de un país. Esto le permitió llegar al poder.





Tuvo frases como "Cuando fui Presidente de Boca...", que le sirvieron para ejemplificar logros deportivos y compararlos con la economía del país. Si en Boca pudo, en Argentina iba a poder. Y se encuadró atrás de un slogan que inyectó un impacto nuevo a la sociedad argentina. La promesa de un "cambio" vino tras la vidriera del marketing que impulsó la idea de que era posible hacerlo. Así fue como instauró el "Si, se puede".

Repensemos ese slogan, trazando un paralelismo con el deporte por excelencia: Año 2004. Copa Libertadores. Boca eliminaba a River y jugaba la gran Final contra un equipo desconocido de Colombia. El encuentro igualaba y el campeón se debía definir por penales. Durante todo el partido se escuchaba una frase. Frase que coreaba en modo de cántico la hinchada del humilde Once Caldas al enfrentarse al poderoso Boca. "SÍ, SE PUEDE" repetían una y otra vez los fanáticos. El arquero del equipo local, Juan Carlos Henao, atajó el penal para alcanzar la gloria. Lo lograron. Vencieron al conjunto argentino. Ellos pudieron. Le demostraron al mundo del fútbol que sí, se puede lograr un "batacazo". La gran pregunta es, ¿Habrá aprendido ahí el efecto de esa frase?






Paradoja o enseñanza del destino, la vida muchas veces parece un boomerang donde cada acción "nos vuelve". Puede golpearnos la cara para dejarnos al borde del knock-out o podemos tener rapidez y cintura para esquivarla. Boca y Macri. Macri y Boca. Hoy, los dos están en jaque. Ven el final de un camino, se están acercando al borde del precipicio. Sin embargo, ambos parecen querer morir en su ley. Bajo la bandera del marketing, donde las reglas de juego solo son hablar por hablar, correr el foco, echar culpas a otro sin mirar puertas adentro. Estamos mal porque el árbitro acudió al VAR o porque el Gobierno anterior lo permitió con su corrupción. Salarios bajos e inflación por las nubes, se deben a la mala administración del peronismo. Jugar dos partidos seguidos en el Monumental y en ninguno de los dos poder convertir goles, es culpa de los delanteros de River que "se tiran siempre" en el área contraria. Como sacadas del manual de excusas, las explicaciones del fracaso propio, parecieran ser desviar la atención en lo ajeno, mirar la vereda del frente.





El martes 22 de octubre, desde las 21:30hs, en el estadio Alberto J. Armando, más conocido como "La Bombonera" de Buenos Aires, Boca Juniors recibirá a River Plate por el partido de vuelta de la Semifinal de Copa Libertadores. Deberá convertirle 3 goles al equipo visitante sin recibir ninguno en su propio arco, para clasificar directamente a la Final. El Presidente del club, Daniel Angelici, se mostró confiado y declaró: "En nuestra cancha lo vamos a dar vuelta". En el fútbol puede pasar cualquier cosa, muchas veces la suerte se inclina para un lado o para el otro, la pelota puede rebotar y salir disparada al lugar indicado. Como los relatores deportivos remarcan todo el tiempo, es "la dinámica de lo impensado". El "mundo Boca" sabe que va a necesitar de eso. Puede ganar, como puede perder. Si ocurre lo primero, será una sorpresa futbolística. Si se da lo segundo, será otra crónica más de un final anunciado.

Sin embargo, en política no es solo cuestión de suerte. Por más énfasis en lo discursivo, por más que las frases hechas suenen bonito, por más que el diseño en la tipografía de la palabra escrita haya cambiado, por más que se intente aparentar, en política no se puede apelar a la suerte. No es tan fácil librar todo al azar. Se trata de una elección, donde cada argentino y argentina van a votar a sus representantes. La Democracia no es la "dinámica de lo impensado", sino el ejercicio de lo pensado. Todo está milimétricamente estudiado y analizado. En un discurso de campaña, cada palabra se elige, no puede pasar cualquier cosa. Es por eso que el día domingo 27 de octubre del 2019, Mauricio Macri jugará su "partido de vuelta", intentando revertir el resultado. Es factible que sufra otra derrota vergonzosa, como le ocurrió a su equipo de fútbol. Casualmente, si de perder se trata, ni bien concluidas las elecciones P.A.S.O. del mes de agosto, se encargó de manifestar que "no habían sucedido" para luego caer en la contradicción de intentar "dar vuelta la elección". Ahora que asumió aquel fracaso, deberá ensayar una digna puesta en escena en caso de sufrir otro. Es que, si pierde el poder, las excusas acabarán desinflándose, como si un alfiler se topara con un globo.

¿Qué pasará el 22 y 27 de octubre? Nadie lo sabe. Ni los 22 jugadores, 2 entrenadores de fútbol, 2 presidentes de Clubes. Ni los candidatos a Presidentes y Vicepresidentes de Argentina, ni los millones de habitantes de este país. Fútbol y política no es lo mismo. Pero futbolistas y políticos tienen el mismo ADN: Hablar con frases hechas, como reproducidas por un cassette. Tendremos que esperar para saber si pudieron darlo vuelta y escucharlos con atención, en caso de otra derrota.


Compartir: