jueves, 19 de marzo de 2020

Sacarle el barbijo a la pandemia del coronavirus

¿Cuánto de hipocresía hay en nuestras reacciones frente al coronavirus?



Viendo al comportamiento humano, me detengo frente a la fila del supermercado y reflexiono. No puedo evitar pensar y expresar esto que, seguramente, interpretarán de manera antipática, tal vez para algunos suene escéptico.

El mundo sufre tantas muertes por hambre, desnutrición y violencia, que ver tanta alarma por esta emergencia sanitaria no deja de inquietarme.
Usar la palabra "guerra" para hablar de la lucha contra un virus, es una ironía más del mundo. Siendo que existen regiones en el planeta, donde producto de verdaderas guerras siniestras, un solo bombardeo deja el mismo número de víctimas que sufre hoy Europa. Pero claro, la muerte de los ricos duele más que la muerte de los pobres, ¿no es así?




Me apena como miramos para otro lado, como enfocamos nuestra energía y nos hacemos los distraídos frente a una realidad tan triste, tal vez nos conviene. A lo mejor compartir un cartelito que diga #QuedateEnCasa nos haga sentir más humanos, más responsables y empáticos. Pero, ¿realmente es así?

Escuchar y ver que en una mesa LLENA de periodistas dentro de un estudio de TV, nos repitan incansablemente "quédense en sus casas", no deja de ser una imagen contradictoria.

HAY MUERTES...Y MUERTES

Cito un ejemplo. En mi país, Argentina, hasta el momento las víctimas de femicidios del 2020 superan ampliamente las del coronavirus. Decir esto no es "mezclar todo", ni comparar situaciones ni restarle importancia a la pandemia. Al contrario. Es reflejar un dato concreto.



Justamente, soy consciente que estamos frente a una emergencia sanitaria, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ente más idóneo para estos temas, declaró al virus como PANDEMIA. Eso significa que los contagios traspasaron fronteras. Las medidas al respecto son decisión de la clase política, nuestros funcionarios públicos y nosotros, como parte del Estado, debemos ser responsables.

Esto es un pensamiento lógico, razonable. Ese es el funcionamiento de una sociedad. Así debería ser siempre. La propagación del virus es real, está sucediendo en muchos países y nuestro sistema de salud no está preparado para tener tantos enfermos.

El distanciamiento social es fundamental. Sin embargo debo decir algo, si el miedo paraliza, la paranoia genera todo lo contrario. Nos moviliza de manera equívoca, irresponsable y alejada de nuestros cabales. 

Existen tres momentos en la vida de la gente, que sintiéndonos cercanos a la muerte, desnuda lo más instintivo que tenemos: El pensamiento anclado al pasado, es depresión; sumergido de lleno al presente, es estrés; y enfocado solo al futuro, es ansiedad.



Sigo viendo changos llenos de mercadería, mientras en la puerta del supermercado, un padre de familia pasa con su carrito lleno de cartones y mira desconcertado. Nos miramos con cierta complicidad, sin hablarnos, con sus ojos me está diciendo “esta gente está muy loca”. Lo entiendo y le regalo una sonrisa.

Veo a ese hombre irse, totalmente despojado de preocupaciones y a su vez desprotegido por completo. Le deseo mucha suerte a ese hombre.

Y llego a una inevitable conclusión:

Que cuidarnos entre nosotros, priorizar la salud, usar alcohol en gel, no salir de casa si nos sentimos enfermos, tratar de no contagiar, tomar medidas preventivas, etc. Son todas acciones que deberían ser lo más habitual y natural en todos los seres humanos.

(Un pensamiento en voz alta, recuerdo que hace muchos años, tuve una compañera de trabajo que todos los días, cada vez que llegaba a la oficina, se sentaba y sacaba su pequeño alcohol en gel, tomaba una servilleta de papel y se encargaba de higienizar todo su teclado donde iba a trabajar. Era su sana costumbre. Hoy, pienso en ella, espero que todos tengan esa conducta)

Siempre debió ser así. Siento que una vez más, llegamos tarde.

Si me preguntan, prefiero ver imágenes de personas sin barbijo. Esa es la verdad, pero también me gustaría ver a más seres humanos sin vendas en los ojos.

Aprovechemos este tiempo en casa, para reflexionar...




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