viernes, 27 de noviembre de 2020

Maradona no se murió

En cada persona que lea esto, se esconde una actitud “maradoneana” en el sentido que quieran darle. Diego Armando Maradona es el jugador de fútbol que trascendió el deporte, se inmortalizó en la memoria colectiva y dejó de ser sustantivo. Maradona es un verbo.

Ayer, 26 de noviembre, los argentinos “maradonearon” su día. Cada uno, fiel a su estilo, a su manera. Lo “maradonearon” al fin. Como aquel jugador, que tuvo muchas facetas y atravesó distintas etapas. El mundo conoció al personaje público, que nunca morirá porque forma parte de la piel, banderas, murales inmensos en cualquier rincón del planeta, entre otras cosas. Pero la persona, esa que solo se autopercibe, debería estar descansando en paz.



Si la persona se murió. Entonces el personaje, lo que su nombre representa, jamás desaparecerá. Al contrario, nacen nuevas historias de epopeyas dignas de una nueva mitología urbana: El “cebollita” que salió de un potrero, le hizo dos goles inolvidables a Inglaterra en un Mundial y a partir de ese preciso instante, se convirtió en un ser supremo capaz de decir verdades políticamente incorrectas, como escupitajos de su desfachatada espontaneidad. Con eso, le valió para agigantar su figura y ganarse el corazón de la gente. Ser trasparente, irreverente, humildemente grotesco, verborrágico, extrovertido, etc., es ser 100% argento. Eso es “maradonear” la vida. Maradona simboliza la argentinidad, nos guste o no.

Esperando el papelón

Personas que lo vieron (como las que no) jugar a la pelota se acercaron a despedir sus restos a la Casa Rosada, por decisión de la familia y resolución improvisada del gobierno nacional. El problema estuvo en la crónica de un bochorno anunciado. 

¿Vieron lo que pasó ayer en Casa Rosada y Plaza de Mayo? Les propongo algo: Miren la película "Esperando la Carroza" y se darán cuenta del paralelismo. Una vez más, la realidad supera a la ficción. 

Si aquella película pintaba de cuerpo entero la idiosincrasia argentina, los hechos sucedidos ayer en el velatorio público de Diego Armando Maradona fueron una radiografía que mostró cada hueso, en honor y homenaje al más argentino de los argentinos, al argentino más famoso del mundo, al Dios más humano, más imperfecto. Tan incorrecto, como nosotros mismos. 





Y nosotros, especialistas en OPINAR de todo (y de todos), expertos en hablar sin saber, somos capaces de cuestionar a cualquier Dios, al que sea. 


No quiero ponerme a analizar los efectos de la idolatría popular ni pretendo justificar nada, sin embargo jamás podría “tildar” de inconscientes a las miles de personas que se agolparon frente a la Casa Rosada para despedir a su ídolo. No puedo hacerlo, es que fue una conglomeración de individualidades, de personas que no actuaron con raciocinio, los primó el sentimiento, esa pasión inexplicable que no tiene lógica alguna. Es que, si tuviese lógica, todas esas personas que se mantuvieron durante meses en aislamiento preventivo para no contagiarse un virus que es pandemia mundial, hubiesen preferido quedarse en sus casas y despedirlo de otra manera. En esos momentos, enterados de la noticia, hasta los más cultos y letrados se pusieron a la par de los analfabetos.  

Lo más penoso es que una vez más, los que fueron y los que no, demostraron lo poco que les importa el resto, la falta de comprensión y entendimiento. Estos últimos meses, en Argentina, a pesar de las medidas sanitarias de prevención, todos fuimos parte de una hipocresía constante respecto del cuidado. No me refiero a las “marchas”, sino a nuestra conducta cotidiana, desde la fila del supermercado hasta las reuniones sociales. Ya no hay caretas entre nosotros, los tiempos de salir a aplaudir al personal médico a las 21hs quedaron atrás. (Me adelanto a sus reacciones: Seguramente al leer esto último hayan pensado “¿Qué dice este? Yo me cuidé y me porté bien”) Seamos sinceros, cuando nuestra indignación es selectiva nos estamos convirtiendo en seres hipócritas también.


En primer lugar, algunos salimos de casa para protestar contra un presidente (o una ex presidente) con carteles como “queremos libertad” o “morite kretina”, salimos de casa para celebrar el Día de la Lealtad peronista y comer un buen choripán. Salimos de casa a despedirnos de Diego Armando Maradona. Tres manifestaciones masivas: Un solo motivo, el PERSONAL. “Salí, porque así lo siento yo”.  No estuve en ninguna de las tres marchas. Pero, ¿Quién soy yo para cuestionar a quien haya salido de su casa y se arriesgue al contagio de un virus? ¿Quién soy yo para señalar la irresponsabilidad de las personas que no toman “distancia social” de otros? Está en el ADN del ser humano, su propia autodestrucción. Vivimos para auto flagelarnos, para desafiar al destino a cada paso que damos. Más allá de eso, ocurre algo mucho más grave…


Seguimos pecando de una notable falta de concepción de la otredad. Nos cuesta horrores reconocer las cosas que padece "el otro", el sufrimiento ajeno, los dolores y las necesidades. Solemos repetir palabras vacías, palabras huecas como “quiero un mejor país”, pero en el fondo sabemos que eso no es así. Lamentablemente, vivimos en una sociedad cada vez más egoísta, ensimismada en los ombligos.


No soy sociólogo, pero me animo a bautizar este tiempo como el del "Ombliguismo social". 

Pensemos esto: A nadie le importa cuál es mi opinión sobre un tema, sin embargo yo siento imperiosa la necesidad por escribirlo y volcarlo en una publicación como la que están leyendo. Lo mismo hacen ustedes. Todos subimos una foto, esgrimimos un mensaje, compartimos un pensamiento en un grupo de whatsapp, publicamos una historia con una reflexión que en un 90% de las veces está impulsada por nuestras vísceras. Lo que expresamos nace de la emoción, nos cuesta poner el culo en la silla, analizar las cosas, PENSAR EN EL OTRO.


Y como es más fácil criticar, sin una mirada reflexiva, sin detenernos a preguntarnos “¿Por qué?” prefiero dejarles un último interrogante para que lo piensen por un minuto. Respondan hacia “sus adentros”


Ustedes, ¿Qué actitud tuvieron últimamente donde la “maradonearon”?




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