lunes, 15 de mayo de 2017

La desnudez del periodista

Muchos de los estudiantes de Periodismo, amantes de la comunicación social y futuros profesionales de la palabra sueñan con un ideal. Esa utopía que anhelan, con el tiempo se irá transformando. La razón es simple: Aquel debate añejo de la objetividad periodística ya no tiene sustento alguno. En vías de los visibles avances tecnológicos, del creciente y abundante acceso a la información por parte de todas las personas del mundo entero, del notable caudal de la misma y la evidente postura ideológica de los medios de comunicación participantes (ya sean masivos o no), la subjetividad en el periodismo se descubrió ante todos. Ahora, no puede ocultarse.

Aquello sobre la “Ética del Periodismo” ha quedado atrás. Ezequiel Paz, director y editor de "La Prensa" de Buenos Aires, el 18 de octubre de 1925* dio un discurso que sirvió para muchos como los “Mandamientos del Buen Periodista”. Sin embargo, eso que dijo puede refutarse frase por frase, sin esforzarse demasiado:

Ezequiel Paz sostenía “no omitir nada de lo que el público tenga derecho a conocer”, mientras que hoy día esa premisa de la auto-censura (porque omitir es en parte censurarse) ya queda obsoleta. Frente a la amplia gama de medios, herramientas y acceso a la comprobación de la información, cualquier persona puede conocer y dilucidar los datos omitidos. ¿Se dijo/escribió todo por completo o faltó una parte?, ¿Están todas las voces en el relato o algunas han sido silenciadas?, ¿Qué testimonios valieron como “fuente”? Además, ese “derecho”, ¿Quién lo exige? ¿Emisor o receptor? La omisión de datos puede pecar de inocencia, como no. Y eso sucede.

Dentro del mismo discurso, hacía mención a “la forma culta sin prejuicio de la severidad” y de la “fuerza del pensamiento crítico”. Es que justamente el pensamiento crítico es la subjetividad en su máxima expresión, el prejuicio de una persona ante un hecho supone ignorancia. Ahora bien, como dice Paz, “la forma culta” supone una elección por parte del periodista como sujeto de la comunicación a cultivarse, a formarse intelectualmente, ser culto es una decisión tan íntima, que eso es lo más subjetivo de una persona.

Esos jóvenes que estudian saben que se deben “cuidar de que las informaciones no se deslice la intención personal del que la redacta…”. Así aprendieron, con esa intención comenzarán su carrera. Sin embargo, al leer lo que otros escriban, al buscar información, al acudir a fuentes, se darán cuenta de un dato que comprueba esta utopía de la objetividad: Se toparán una y otra vez con la intención del redactor. Partiendo de la base de los principios de jerarquización de la noticia, la mera elección del carácter relevante de la misma, el recorte fotográfico que ilustre esa nota, los verbos, puntuación, enfoque empleados. Todo, en su conjunto, forma parte de una intencionada presentación de los hechos a sus lectores.

En el “Congreso de Periodismo y Medios de Comunicación (CoPeM)”, celebrado en la Universidad Nacional de La Plata, en mayo del año 2012, el titular de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Carlos Ernesto Espeche abordó el tema de la “falsa dicotomía entre periodismo objetivo o subjetivo”. En dicho Congreso se planteó que la asepsia total no existe en periodismo, en el sentido de una ausencia de “gérmenes”, o sea, de acepciones negativas o contrarias a la labor periodística. Ninguna información queda libre de asunciones ideológicas o culturales del periodista. Todo lo dicho o escrito carga consigo un tinte ideológico. Cómo trascender la parcialidad o la subjetividad y representar de la forma más objetiva posible la realidad ha sido siempre una cuestión medular en el periodismo, sobre todo en los últimos años, gracias al poderoso alcance que tienen los habitantes de los pueblos al acceso y compartimento de información, a su divulgación. Hoy en día, cualquier idea, pensamiento o descripción, puede ser alcanzado por una cantidad incalculable de personas, en todo el mundo, gracias al aporte de Internet, como herramienta, como canal, como un medio.

Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿Cómo vemos a través de una ventana? ¿En qué sitio decidimos ubicarnos? Todo lo observado, ¿siempre es lo mismo? Aquello que está del otro lado es indudable, sin embargo en el intento por describirlo minuciosa y detalladamente, habita la interpretación de ese observador. Porque existen tantas realidades como ojos que miran al mundo.

Por último, no por eso menos importante, otra cuestión clave que con el tiempo se evidenció. Algo que por muchos años fue intensamente estudiado y abordado. Ezequiel Paz finalizaba su discurso diciendo que “recordar antes de escribir cuán poderoso es el instrumento de la difusión de que se dispone”. Al decir esto no hace más que dar prueba de aspectos filosóficos y psicológicos sobre la humanidad. El “poder” frente a un individuo. El poder es uno de los rasgos de la vida social, es tan antiguo como el hombre mismo y jamás ha dejado de estar en el centro del pensamiento filosófico. Se puede partir de una reflexión muy cercana al sentido común, que presenta el poder de una manera contradictoria: Las personas ante el poder de otros lo ven como un obstáculo y por eso lo detestan, en cambio cuando reivindican su presencia cuando les pertenece. Para Foucault, se trata de una relación de fuerzas, una situación estratégica en una sociedad en un momento determinado. Por lo tanto, el poder, al ser resultado de relaciones de poder, está en todas partes. El poder, para Foucault, no sólo reprime, sino que también produce efectos de verdad, produce saber, en el sentido de conocimiento. De aquí viene la frase trillada “tener información es tener poder”. Vale la pregunta entonces: Si el periodista tiene “el poder” de informar, ¿Cuál es su objetivo?, ¿Será la intención de ejercer ese poder sobre el desinformado?

Tal vez a muchos jóvenes les llegue este fragmento del discurso sobre la “Ética del Periodismo” y lo tomen como su “Preámbulo predilecto”.  Sin embargo, seguramente se encuentren, con el correr del tiempo, frente a una nueva mirada sobre los hechos. Aquello que al iniciarse pretendían, será simplemente una fantasía. Podrán defender los valores de la objetividad pero, al darse cuenta cuan en desventaja está, sus propios argumentos le jugarán una mala pasada. Entonces, para que esa pretensión no se les vuelva en contra, deberán asumir que en el periodismo todo es subjetivo. Están desnudos, escriban tranquilos.


(*Sobre la “Ética del Periodismo”. Párrafo del discurso de Ezequiel Paz, director y editor de "La Prensa" de Buenos Aires, en el 56º aniversario de "La Prensa", el 18 de octubre de 1925.)
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