miércoles, 24 de mayo de 2017

Frenar el tiempo... A tiempo

“Nada está construido en la piedra. Todo está construido en la arena. Pero debemos construirlo como si la arena fuese piedra” J. L. Borges. 

Quiero pedirles a todos un favor: Construyan, armen, forjen. Dicen que el destino escrito está, pero les aseguro que en la práctica diaria podemos muchas veces torcerlo o sentir el poder de hacerlo. Por más difícil que parezca, en estos tiempos donde lo vertiginoso y apresurado rige, demande o exija, podemos tomarnos un tiempo para nosotros. Ese tiempo que todos necesitamos, ese rato de silencio, ese suspiro al oído que nos dicte qué hacer, el camino a seguir, los consejos que conviene escuchar. Tómense ese instante, porque la vida misma se va a encargar de hacerles notar lo apresurados que iban en la marcha cuando todo explotó, cuando esa bomba detonó…Y el daño, muchas veces, puede ser dañino, en todo sentido.
Sepan detenerse, mirar, contemplar, buscar, indagar, observar, frenar para volver a seguir, tomar aire y darse impulso. ¡No saben lo renovador que puede ser el aire fresco en el rostro en momentos de caos! Somos efímeros, el río sigue su curso, el mar moja esa arena, las olas arrastran, y nosotros seguimos camino, que en un abrir y cerrar de ojos puede desvanecer, la luz se puede apagar y el cielo dejar de brillar. Aún así, hay camino por andar.

Muchas veces me pregunté, ¿Dónde está el mundo cuando no lo miro? Y podría desafiarlos a ustedes, que se hagan la misma pregunta en busca de la misma respuesta. Realmente, ¿sigue en el mismo lugar? El mundo, lo ajeno, el exterior…¿Dónde se encuentra?  ¿Acaso hoy en día todo pasa por las “notificaciones” de un celular? Estoy seguro que no. Simplemente confundimos realidad con virtualidad. ¿De qué sirve exhibir más que para exhibirnos, muchas veces, una falsa realidad y esconder la desnudez? La exhibición desluce una frivolidad al verdadero sentido de un sentimiento, algo más profundo que ninguno de los “caracteres” podría sintetizar, que ningún numeral podría etiquetar.

Amen la vida, en todas sus facetas: Cuesta, porque las ocupaciones nos distraen o nos empecinan en “llegar” a ese destino. Sin embargo me permito aconsejarles, no hay prisa, nada ni nadie los corre. Ni siquiera el mismo tiempo, ese tic tac envenenado que genera paranoia en hombres y mujeres quienes, presurosos por “ganarles” la carrera hacen hasta lo imposible para ser apariencia, hoy la modernidad exige ser apariencia…Somos aquello que aparentamos: “Se te ve feliz”, comentamos. “Que bien vestís”, “que bello auto llevas”, “cuanto brillo en tus alhajas”, “que buen físico luces”, etc.

¿Saben dónde encuentro lo bello de la vida? En la vida misma…Y no en lo que nos llevamos de ella o en lo que un anuncio publicitario dice, porque todo eso queda. Nuestros actos, nuestros hechos, lo que decimos, lo que hacemos, nuestros gestos, los errores y aciertos, todo, absolutamente todo se queda. También quedará lo caro de la ropa, lo costoso de una decoración, los seguidores que tengamos, el entorno que mire nuestra figura, las etiquetas, el modo de hablar, moverse, lo estándar, la moda, el estilo, la tendencia, las marcas en nuestra piel, los dibujos de los tatuajes, los cánones establecidos, ¿Por qué la obsesión al perseguirlos?

Por eso deberíamos frenar, levantar la cabeza y mirar alrededor. ¿Qué hay más allá? ¿Quiénes viajan con ustedes en ese colectivo, tren o subte? ¿Qué dicen sus ojos, qué esconden sus miradas? ¿Qué paisaje nos regala el otro lado de la ventana? Si realmente nos sentimos dueños de nuestro tiempo, les garantizo que el placer estará al alcance de la mano: En el aroma al café recién servido o la tierra húmeda por la lluvia, en el movimiento de las hojas de un libro, en el sonido de los pájaros al amanecer, en la claridad de la luz de la luna, en la risa de un bebé o el ladrido de un perro juguetón, en las nubes dibujando formas y siluetas graciosas, en las copas de los árboles, en las arrugas de un anciano. Y podría seguir…

Leí hace un tiempo que la Pronoia es el estado mental contrario a la paranoia donde la persona se convence que el Universo está a su favor, aportando una cuota de optimismo. ¿Podremos convencernos todos de esto? Como somos impacientes por naturaleza y el presente en que vivimos requiere una respuesta “ya”, estamos apresurados a ver el resultado de las cosas incluso antes de plantearnos las mismas, por eso queremos correr más rápido que el mismo reloj. Que sea la esperanza y la confianza en el Universo lo que nos mantenga erguidos, con la frente en alto, pacientes y sin prisa alguna.  

Cada granito de arena aporta tanto a la causa, que si está bien sujeto y amalgamado, será cimiento para construir un castillo irrompible. No permitan que nada ni nadie los derriben, porque la envidia y la malicia están al acecho constante, giran alrededor de ustedes, muchas veces no los pueden ver, pero están ahí, a la expectativa de verlos flaquear para darles ese “golpe de gracia” que termine con ustedes en el suelo. Y si eso pasa, sin miedo, con mayor fuerza, habrá que levantarse y seguir…

En las costas de nuestro orgullo, el mar nos traerá más y más arena. Arena que será piedra, piedra que será castillo, que nada derribará los muros porque donde haya firmeza habrá seguridad…Y esa seguridad nos mantendrá de pie, sintiendo al tiempo en nuestras manos.

La última experiencia que pasé me enseñó que se puede, es posible y depende únicamente de cuán dispuesto esté: Asumo el desafío, acepto el reto, el tiempo no se detiene solo, pero sí puedo frenarlo…antes que sea demasiado tarde.




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