domingo, 7 de mayo de 2017

Periodismo de periodistas

A esos periodistas "estrella" que brillan en la constelación mediática. A esos que, auspiciados, alienados, "bancados" por el empresario de turno, se convierten muchas veces en "sicarios de opinión". A los "ilustres", respetados. A esos que hacen periodismo de periodistas, o a los que se desempeñan en el campo de la autorreferencia. A ellos, a cada uno de ellos, este escrito debería darles más de una razón para replantearse muchas cosas, sobretodo de sus propias carreras:
“Yo no tengo dios, pero, si tuviera, le pediría: Salvame. Salvame de pronunciar, alguna vez, las frases “porque mi libro”, “según mi obra” o “como ya escribí yo en 1998”. Salvame de estar pendiente de lo que digan de mí, preocupada por lo que dejen de decir, horrorizada cuando no digan nada. Salvame de la humillación de transformarme en mi tema preferido, del oprobio de no darme cuenta, de la vergüenza de que nadie se atreva a advertírmelo. Salvame de pensar, alguna vez, que en nombre de mi nombre puedo decir cualquier cosa, defender cualquier cosa, ofender a quien sea. Salvame de creer que un anecdotario personal (mío: de cosas que me hayan sucedido a mí) puede ser el tema excluyente de una conferencia de dos horas o de un seminario de una semana. Salvame de esperar que lo que escribo – o digo – le importe a mucha gente. Salvame de traer a colación, en todas las conversaciones de café, en cada sobremesa con amigos, lo que dicen los demás de lo que yo escribí, lo que dicen los demás de lo que yo hice. Salvame de creer que nadie lo hacer mejor que yo. Salvame de la ira contra quienes lo hacen mejor que yo: Salvame de odiarlos secretamente y de decir, en público, que son resentidos, mediocres y plagiarios. Salvame de creer que, si no estoy invitada, entonces la cena, el congreso, el encuentro, no son importantes. Salvame de la confusión de suponer que me recordarán por siempre. Salvame de la tentación de pensar que lo que escribiré mañana será mejor que lo que escribí ayer. Salvame de la catástrofe de no darme cuenta de que ya nunca más podré escribir algo mejor que lo que escribí ayer (dame la astucia para entenderlo, el valor para vivir con eso y el temple de bestia que se necesita para no volver a intentarlo). Salvame de perder la curiosidad por anda que no sea yo, mi, mío, para mí, por mí, de mí, conmigo, en mí, contra mí, según yo. Salvame de copiarme a mí misma, de usar siempre el camino que conozco. Salvame de no querer tomar el riesgo, o de tomarlo sin estar dispuesta a que el riesgo me aniquile. Salvame de la adulación. Salvame de escuchar sólo lo que me hace bien, y de despreciar todo lo que no me alaba. Salvame de necesitar la mirada de los otros. Salvame de ambicionar el camino de los otros. No me salves de mí. De todo lo demás: Salvame."
SALVAME Por Leila Guerrero, Revista Sábado, El Mercurio, Chile, julio 2011.
Sus voces, sus dichos, sus gestos, sus palabras, todo lo que dicen en radio, en televisión o escriben en diario, todo repercute en las personas. Ya sea para bien o para mal, aquello que dicen y hacen, repercute directa e indirectamente, pesa en la influencia.
Por eso deberían pedir ser salvados. Así, el periodismo volvería a ser lo que era. Y los periodistas dedicarse a practicar simplemente periodismo.
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